miércoles, 4 de agosto de 2010

Anoche estuvimos de celebraciones

Anoche estuvimos de celebraciones. El Ángelo nos llevó a un chiringuito que hay en la playa que ponen música latina hasta la madrugá. La verdá es que de bailar poco. El Pajarillo se tomó dos cocacolas y se quedó en estado de confluencia consigo mismo.

El Ángelo resultó ser un decadente bailarín, atrevido y consumado, que continuamente nos invitaba a participar de su degenerado y cadencioso movimiento de caderas. Muy amablemente le iba indicando con un gesto que no. Por las noches, cuando se quita su camisa blanca de camarero se transforma en un ser totalmente distinto. Se planta unas camisas a lo "Chiquito de la Calzada" y se nos convierte en una criatura híbrida mitad Rafaela Carrá mitad Chiquito de la Calzada, con un exceso de confianza en sus posibilidades cinéticas.

Nos presentó a unas chatis conocidas y degeneradas que amablemente invitamos. Una de ellas, algo borracha, se mostró en seguida muy interesada en mí, incluso tuve la impresiópn de que quería festejar conmigo. Me sorpredió, porque precisamente
mi frondosa calvicie combinada con mi desvergonzada barriga, no suelen fascinar a las chicas y ella parecía no advertirlo. Todo iba muy bien y ya comenzaba a albergar esperanzas conquistadoras, cuando un niño con la cara sucia y apenas seis añitos se acercó a la muchacha y le dijo.

-Mamá tengo sueño, quiero irme a casa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario